domingo, 18 de marzo de 2012

“Nacemos, crecemos, y morimos en libertad. O eso nos hacen creer."


            Desde que nacemos y vamos creciendo, nuestra mente actúa como una esponja, absorbiendo todo tipo de conocimientos de lo que nos rodea. Del comportamiento de los padres ante distintas situaciones, de las relaciones entre los otros niños y de los dibujos animados, aprendemos la manera de regular el tono de la voz para añadir matices subjetivos a una conversación, la jerarquía y orden de poder que se establecen entre las personas, y los distintos valores humanos existentes. Aún así, estos valores e ideas que se nos inculcan desde pequeños, ya sea por parte de los padres, de los amigos y gente conocida, o de los medios de comunicación, pueden llevarnos a ver las cosas desde una perspectiva fija, atándonos e impidiéndonos el conocimiento de algo de un modo completo, analizado desde puntos de vista distintos. Además de esto, la publicidad presente en la televisión, la ropa, incluso en el hablar de las personas (eslóganes) hace que poco a poco, los ideales se vayan filtrando en el subconsciente de cada uno, y vayan determinando, limitando todo tipo de acciones que realizamos en el día a día. Un ejemplo es el materialismo, por el cual la mayoría de las personas de los países desarrollados tendemos a pensar que cuando más tengamos en objetos materiales, más felices seremos. Aunque muchas personas critican el materialismo, y la mayoría de la población de los países desarrollados sabe y entiende que esto no es así, a cualquier niño nacido en la sociedad actual al que se le pregunte “¿Quiénes son los más felices, los pobres o los ricos?” responderá sin dudar: “Los ricos”.
            Otra de las muchas cosas de las que nos trata de convencer la publicidad, es de su propia inocencia, tratando así de suavizar todas las demás cosas de las que nos trata de persuadir.
            De este modo, nacemos bajo la esclavitud de las influencias sociales y del marketing, movidos por los intereses de las grandes empresas, mientras que pensamos que somos libres de hacer, decir e incluso pensar lo que queramos. La libertad es uno de los derechos más valorados y preciados, teniendo una importancia fundamental entre los derechos humanos, que por definición son inherentes e inalienables. Aún así, podemos considerar que es uno de los derechos menos respetados y más violados, teniendo en cuenta que la sociedad nos determina, nos pone unos límites, de cómo debemos nacer, crecer, vivir, e incluso morir.

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