Los niños juegan a representar la muerte. Juegan, pero para ellos la muerte no tiene un sentido irremediable porque pueden revivir cuando quieran. Pero un día, el temor a la muerte aparece: el miedo a la propia muerte y el miedo a la separación de la madre o del padre.
Yo recuerdo que era muy pequeño (unos 5 o 6 años) cuando experimenté este temor. Mi madre me encontró llorando desconsolado y trató de tranquilizarme explicándome que para ese momento faltaba mucho tiempo y que la muerte era algo que nos pasaba a todos, que nos encontraríamos en el cielo todos juntos. Estas explicaciones me consolaron durante un rato pero después me volvió a entrar un miedo enorme. Mi madre me preguntó que que me pasaba y yo se lo expliqué como pude: que tenía miedo de ese sitio desconocido y ella me dijo que estaría allí esperándome, pero empecé a llorar más todavía y le dije que temía equivocarme de madre cuando llegara al cielo ya que allí no teníamos cuerpo. Fue entonces cuando me empecé a plantear la siguiente pregunta: ¿Es la muerte el final?
A partir de ese momento de la infancia tenemos que vivir con ese peso, con la idea de que la vida es efímera, una idea que nos atormenta ya que somos conscientes de que alguna vez la podremos esquivar pero finalmente nos llegará la hora. Aunque, por otra parte, hay mucha gente joven que no se plantea la idea de la muerte y de alguna manera se cree inmortal.
La cita de Antonio Machado: “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos”, me parece que es perfecta para expresar como vivir el día a día. No podemos estar pensando continuamente en la muerte porque entonces no vivimos la vida. Posiblemente por eso desarrollamos una sorprendente capacidad para vivir sin acordarnos de ella, ignorándola, haciendo como que no existe, hasta que a veces se hace presente o amenaza a algún ser querido. Y entonces volvemos a sentir la certeza como una herida.
He encontrado unas citas que me parecen ejemplos de cómo se frivoliza con la trascendencia de la muerte:
“En este mundo no se puede estar seguro de nada, salvo de la muerte y de los impuestos.” (Benjamin Franklin)
“No me asusta la muerte, pero prefiero no estar allí cuando ocurra.", (Woody Allen)
Creo que el ser humano necesita bromear con este tema para quitarle peso y de esta forma acostumbrarse a la idea.
Algunas personas tienen el convencimiento de que después de la vida no hay nada: “Comamos, bebamos y gocemos: tras la muerte no habrá ningún placer.” (Marco Tulio Cicerón). Otras tienen el convencimiento de que la vida es un estado intermedio para llegar a un estado espiritual . En cualquier caso, la mayoría de la gente no quiere morir y teme ese momento. Yo pienso que solo las personas que sufren mucho pueden desear el fin. En algunas religiones los fanáticos son capaces de enfrentarse a la muerte sin dudar y aparentemente sin que les importe, ya que esperan una recompensa en el otro mundo.
También creo que el ser humano según va teniendo más años va aceptando la idea con más serenidad, probablemente porque sienten que han completado su tiempo. Mi abuela habla de su muerte con tranquilidad y no expresa temor, aunque si teme la de sus hijos y nietos. Piensa que ella ha vivido una vida plena y que es ley de vida. Además mi abuela es religiosa y eso le conforta.
Y termino mi disertación con una cita que nos posiciona como habitantes de la tierra, es decir que nuestra existencia es fugaz, caduca y además tiene que ser así, ya que tiene que haber un equilibrio en la población mundial:
“La muerte es posiblemente el mejor invento de la vida. Es el agente de cambio de la vida. Retira lo viejo para dar lugar a lo nuevo.”( Steve Jobs.)
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