Aunque las opiniones divergen, el dilema es el mismo: ¿Todo
lo que sabemos se basa en lo captado por nuestros sentidos? Aparentemente, sí.
Siempre se ha dicho el típico refrán “ojos que no ven, corazón que no siente”
y, este dicho corrobora lo anteriormente formulado, pero, ¿y si le damos la
vuelta? Sería “corazón que no siente, ojos que no ven”, apelando al lado mas
profundo de nuestro ser, no podemos hacer una vida normal sin sentimientos.
Personalmente, creo que la reformulación del refrán no nos
da un nuevo refrán tan válido como el anterior, pues es el que creo más correcto y acertado. Apoyo y creo en la
validez de este ancestral dicho, puesto que desde mi punto de vista no se puede
hallar algo que no es empírico, no es factible al no poderse verificarse.
Pero aún así, ¿de verdad podemos estar seguros de algo? ¿En
que nos basamos para creer en lo que nuestros sentidos reciben? ¿Cómo podemos
saber la verdad?
Según la teoría de cuerdas, en la vanguardia de la física
actual, el universo en el que vivimos está dividido en nueve dimensiones
espaciales y una temporal, de las que solo percibimos tres espaciales, la
altura, lo ancho y la profundidad, y una temporal, quedando las seis
restantes entremezcladas y minúsculas.
Y si vivimos en un universo de dimensiones entretejidas,
¿cómo distinguimos entre las ilusiones y la realidad?
Pero, aun sabiendo esto, no espero que deje de creer en lo que veo, pues, es lo que me da seguridad y, si esto es todo una farsa, no tengo ninguna forma de averiguarlo, porque lo que percibo es esta realidad, lo aparente.
Aunque estas cuestiones parecen alejadas del mundo en el que
vivimos, puestos que no solemos cuestionarnos nada, se hacen presentes en
muchas partes de esta sociedad actual, como en el cine, en películas como
Matrix o Mr. Nobody, que cuestionan el mundo en el que vivimos y nuestra
postura hacia él.
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