Tantas
situaciones que se nos han presentado en nuestra vida cotidiana, y a las que
hemos respondido con un buen refrán. Como por ejemplo el siguiente, “Ojos que
no ven, corazón que no siente” para algunos la cruda realidad, y para otros una
falsa verdad. Este refrán se relaciona
claramente con otro similar,” vale más una imagen, que mil palabras”. Todo esto
quiere decir que si no presenciamos alguna acción no podremos sentir nada hacia ella. Pero, ¿y
la religión? Para ser creyente, tienes que tener fe en algo que nunca han visto
tus ojos. Crees en alguien al cual nunca has presenciado, y además de eso crees
en su forma de vivir la vida. Pero bueno lo de las religiones es otra historia,
porque ser creyente es propio de cada persona. Así que centrémonos en
situaciones que nos acontecen cada día.
Todos
los sentimientos en mayor o menor medida se deben poner en marcha con la vista, que es
uno de nuestros sentidos más importantes. Es mucho más fácil creer en algo habiéndolo
visto anteriormente, que creer en esa
misma cosas sin haberla presenciado en persona. La fuerza de los sentimientos
es mucho mayor cuando nuestros ojos realizan su tarea. Por ejemplo cuando a
nosotros nos hablan de la cantidad de gente que tiene alguna enfermedad y que
se está muriendo por no tener una buena sanidad, sentimos un sentimiento hacía
ellos , pero que no tiene ni punto de comparación, a lo que nosotros sentiríamos si vemos a
todas esas persona morirse delante de nuestros ojos.
Para
finalizar quiero recalcar que aunque la capacidad de ver influye mucho en
nuestros sentimientos, también podemos sentir todo lo que nos ocurre, aunque en
menor medida, si no tenemos el sentido de la vista. Como por ejemplo los ciegos,
que aunque no pueden ver nada, son
capaces de guiarse mediante los demás sentidos para poder encontrar sus
sentimientos.
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